2h 44′ 46»
La idea de correr la maratón de Berlín se gestó hace más de un año, como alternativa a las vacaciones de playa. En Septiembre de 2.013, Belén y yo nos planteamos un viaje a Berlín y por supuesto, enseguida se me vino a la mente la carrera. Oportunidad única.
Dicho y hecho, en octubre de 2013 hago la preinscripción. Tras el “sorteo” (seguro que el Notario estaba de vacaciones…), me comunicaron que no había sido agraciado (aunque la gracia del dorsal cueste 120 €), pero que me pusiera en contacto con alguna de las agencias oficiales en España.
Me puse en contacto con Sportravel, lo que considero un gran acierto, muy profesionales y sobre todo, corredores igual que nosotros, Joan Boada el director, gran corredor y triatleta pionero, iba a correr su décima maratón de Berlín.
La organización sobresaliente y el precio prácticamente igual que si lo hubiera gestionado yo mismo.
Aunque en un primer momento pensé en correr sin disputar la carrera, a disfrutar, conforme se iba acercando la fecha de inicio de la preparación fui cambiando de opinión. No podía dejar pasar una oportunidad así, y yo, cuando más disfruto, es cuando más me esfuerzo.
El reto era afrontar la preparación específica en pleno verano manchego.
Fran apostó por un plan diferente, haciendo hincapié más en la calidad que en el volumen de series. El volumen lo dejamos para los fines de semana.
Mi respuesta era buena, las series a ritmos exigentes, rodajes largos a temperaturas muy altas y con déficit de hidratación, sin lesiones ni pérdida de ningún día de entreno. Tras los últimos días de test, la preparación estaba hecha.
Aunque a priori el entrenamiento debería ser en solitario, no me visto solo prácticamente nunca. Tengo que agradecérselo, de corazón, a todo el grupo que me ha ayudado durante todo el verano.
Llegamos a Berlín el miércoles, por lo que tendríamos tiempo de sobra para hacer turismo y conocer la ciudad. Un viaje que recomiendo, una ciudad muy bonita y buen ambiente.
El idioma y los nativos germanos ya son otro cantar …, la comida buena, aunque no muy variada, salchichas de todas clases, albóndigas y hamburguesas. También de vez en cuando una cervecita (envases de menos de medio litro no existen …). En fin, lo que se llama la dieta disociada de un maratoniano.
Aquí tenéis a Kimetto echándose una cañita tras la carrera
Y aquí algunos detalles del “Muro de Berlín”. El único que quería encontrar.
Los días previos, antes del desayuno, salí a rodar por la ciudad.
A dos kilómetros del hotel estaba la Puerta de Branderburgo, el Reichtag y el Tiergarten, que sería el equivalente al Retiro en Berlín, un sitio impresionante para correr. En la avenida 7 de Junio, junto al parque y la Puerta, estaba situada la salida y meta.
El sábado, el grupo de Sportravel, nos desplazamos en autobús a la feria del corredor, a recoger el dorsal y el chip. La feria estaba enclavada en un antiguo aeropuerto, Tempelhof, en el centro de la ciudad, un edificio inmenso (creo que es el mayor recinto civil de Europa) y una multitud de gente. Teniendo en cuenta otras experiencias, me temía que las colas iban a ser de horas.
Increíble, tardé dos minutos en recoger el dorsal y eso que mi alemán no es muy fluido. Comprueban el chip y te ponen una pulsera, advirtiéndote que no se quita (yo me lo tomé al pie de la letra y estuve una semana con ella…)
Tras recoger el dorsal y las camisetas, una visita a la Feria. Al final nos íbamos a las 13:00 h., tres horas para ver y comprar en la feria más grande que os podéis imaginar. Los stands de Adidas y BMW impresionantes.
La noche del sábado contraté la cena del corredor en el hotel, esta vez sí con pasta, pescado y una cervecita (de litro) para conciliar el sueño. Tras la cena a la habitación, a preparar el ritual pre-maratón : ropa, dorsal, chip, geles, zapas, mi gorra, etc.
El día de la carrera me desperté a las 5:45 y bajé al desayuno antes que otras veces.
Cuando llegué al comedor no había ni un sitio libre y eso que el hotel es el mayor de Berlín, con cuarenta pisos (por cierto yo estaba en el 26, vistas magníficas).
Como no se podía ser de otra forma en un manchathon que se precie, ya me las arreglé para desayunar a mi hora (tenía controlado a un camarero mejicano).
A las 7:30, con puntualidad alemana, partimos hacia la salida.
El acceso a los cajones alucinante, al principio una marea de corredores, nos iban entregando plásticos de Adidas para el frio y cuando me quise dar cuenta, ya prácticamente solo, estaba en mi cajón B (indicado en el dorsal).
La zona de calentamiento, en los laterales del parque, muy amplias, eran comunes para los cajones A y B, por lo que compartí trotecillos con Kimetto, Mutai y los demás leones (ellos irían “soltando” a 3 minutos)
Con servicios por todas partes y, además, limpios, no tuve ningún problema ni tuve que hacer cola para ir unos minutos antes de la salida.
El cajón de salida muy amplio, nada que ver con nuestras carreras. En el mío caras afiladas y buenas pintas. Un pelín delante en el cajón A los pros.
Temperatura 12º, viento no apreciable, sol… no hay excusa.
Tras la presentación de los élites, el disparo, música y globos.
Piso la alfombra a los diez segundos aunque estaba muy delante.
La gente no se pone tan nerviosa en las salidas y hasta eché de menos algún codazo que otro.
La avenida del 7 de junio es muy amplia y enseguida se puede empezar a correr a ritmo.
La estrategia va a ser correr manteniendo el pulso constante hasta el kilómetro 25, tal y como hice en Sevilla 2014.
En el tercer kilómetro ya me puse a 155 pulsaciones, que es el ritmo previsto.
El primer 5.000 lo paso en 18:59, a una media de 3:48. Bien y muy fluido
El segundo 5.000 lo paso en 19:08, a una media de 3:50, para un primer 10.000 en 38:07. Continúo muy bien de sensaciones, manteniendo las pulsaciones previstas, las avenidas amplias, repletas de gente animando, grupos tocando cada kilómetro, te llevan en volandas.
En los siguientes 10 kilómetros mantengo el mismo ritmo, a una media de 3:50 sin incrementar el pulso.
Paso la media maratón en 1:20:28 y es cuando, a pesar de ir como nunca, pienso si no me estaré pasando, pero el corazón sigue a ritmo y las piernas muy frescas, por lo que decido continuar.
Los siguientes diez kilómetros ya los paso a una media de 3:56, pero sigo bastante bien, sin apenas subir de pulsaciones.
Durante toda la carrera voy solo y aunque los runners vamos cerca, no se forman grupos, cada uno va a lo suyo. Veo corredores de todo el mundo, americanos, japoneses, brasileños, australianos, africanos, británicos ….., y hasta algún alemán.
Lo único malo, el agua en vasos, a lo que no me acabo de acostumbrar.
Los avituallamientos exagerados, frutas, geles, isotónicas, frutos secos, pastelitos …., los corredores que no tengan prisa van a disfrutar.
A parir del kilómetro 35 empiezan las dificultades, aunque no me doy con el muro, ni mucho menos, bajo el ritmo a 4:00 y las pulsaciones suben a 160-162, circunstancia normal y no preocupante. A partir del kilómetro 38, al paso por Potsdamer Platz, vuelvo a bajar el ritmo ya a 4:06 y 4:08. Aunque quiero avivar el ritmo y subir el pulso no soy capaz, la cabeza no responde.
Ya desde el 35 echaba de menos a alguna de mis “liebres de lujo”. Estoy convencido que si hubiese contado con Fran o Jose Eugenio (como las últimas maratones), no hubiese bajado el ritmo. En Sevilla hice los últimos 15 kilómetros en una media de 165/168 pulsaciones, sin bajar nunca de 3:59.
En el último kilómetro giramos y por fin llego a Unter den Linden (la Gran Vía de Berlín) y ya veo la puerta de Branderburgo. La paso por el arco central, como debe de ser y ya veo la Zigel (meta) y a disfrutar de los puñeteros últimos 195 metros. Hasta que no veo el tiempo en el arco no sabía si bajaba o no de la barrera. Aprieto los dientes y me tiro a tumba abierta (aunque era lo que me parecía en ese momento porque luego vi que fue peor parcial, 4:13 …)
Objetivo conseguido 2:44:46, MMP, 294 de la general y 12 de la categoría. Acierto de Fran en su apuesta por esta nueva preparación.
La llegada es impresionante, gradas a ambos lados, repletas de gente y en la pantalla gigante anuncian el record del mundo de Kimetto, 2:02:57, la primera vez que se baja de 2:03
Definitivamente, acabo de correr la mejor carrera del mundo
La salida igual que la entrada, medalla, bolsa, bebidas (cerveza, como no podía ser de otra forma), plásticos térmicos, guardarropas, entrega de chip y cuando te das cuenta estás en un enorme descampado, frente al Reichstag, con postes con las letras del abecedario, el punto de reunión familiar, donde me encuentro con Belén con la bandera.
He terminado físicamente muy bien de piernas y no tengo inconveniente en volver paseando, aunque paramos varias veces a disfrutar de la mañana primaveral en las terrazas, repletas de gente para ver la carrera.
Aunque me quedan muchas ciudades que ver y carreras que correr, no descarto volver a repetir esta experiencia única.
Pedro Luis Quevedo
TEAM MANCHATHON