El pasado fin de semana un grupo de manchathones corrimos la mítica prueba popular Behobia-San Sebastián, entre ellos Mercedes Moreno, Ángel Enrique Coy, Pablo Mezcua, José Juan Tiscar, Godo Sevilla, Ángel Castro, José María Serna y Mari Carmen Becerra. Un total de 20.414 participantes de las 25.379 personas inscritas cruzaron el arco de salida de la 56 edición el pasado 14 de noviembre. De ellas han alcanzado la meta 20.270 inscritos.
Cuando leí la presentación general y la opinión de gente que la había corrido me animé a participar en ella y pedí la inscripción como regalo de “Reyes”. Ahora que la he corrido entiendo lo que es esta carrera y realmente hace honor a su fama. La Behobia-San Sebastián no es una carrera cualquiera, es la CARRERA, es un sentimiento, es una mezcla de emociones compartidas por miles de corredores.
La “Behobia” comienza desde el mismo instante en el que cierras la maleta, te subes al coche y recorres los 650 km que separan Tomelloso de Donosti. Nervios, emoción e ilusión es lo que sientes cuando recoges el dorsal en Anoeta y piensas “esto va en serio”.
El día de la carrera comenzó con el tren abarrotado de corredores camino de Behobia, el conocido barrio de Irún que se encuentra en la frontera con Francia. Cuando llegas a Irún te encuentras una larga cola de corredores haciendo camaradería mientras esperan a que el bus lanzadera te recoja para acercarte a la zona de salida. Cada cajón estaba señalizado con una “banderola” que reunía a los corredores de cada turno. Cajones abiertos que avanzan hacia meta junto al río Bidasoa. Nervios, adrenalina, el speaker y el dj animando hasta el disparo de salida y boom, ¡es hora de correr!
La Behobia es el aplauso de fondo de la gente, el avanzar chocando los 5 las manos de los niños, el sonido de los cencerros que agita el público, la música de la tierra…la Behobia es ese “AUPA, que ya no queda nada” (cuando sabes que te queda mucho…), ese “pirata” que agita la bandera con la música a tope. Si corres la Behobia vuelves a casa con la maleta llena de recuerdos de Gaintxurizketa, Errentería y su gente, Capuchinos y sobre todo de Miracruz, ¡ay Miracruz, qué dura eres!…después de esto ya no queda nada, solo dejarte llevar por el pasillo de gente aplaudiendo y llamándote por el nombre de tu dorsal. La gente te lleva en volandas por la Avenida de Zurriola, por el Puente del Kursaal y los arcos de Meta por Alameda Boulevard. Increíble llegada a meta con el bip de los chips de los miles de corredores que te acompañan y el click final del reloj. Han pasado 20 km y ni te has enterado, bueno sí, las piernas han sufrido el recorrido pero llegas feliz y pensando “lo he logrado”. Esa sensación dura horas, dura días y lo compartes con la gente te acompaña.
Pero la Behobia también son los voluntarios que están durante horas implicándose en que todo salga bien; la magnífica organización y sobre todo, sobre todo, el público de la tan increíble que te ha acompañado todo el recorrido.
En la Behobia nunca correrás solo.
Un fin de semana increíble en el que te han acompañado familiares, amigos, compañeros del club de atletismo.
Repetiremos seguro.
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